Dios creyó que no era bueno que el hombre estuviera solo y le dió a la mujer -sin consultar ni a uno ni a la otra- ¡Cosas de Dios! Desde entonces convivieron en concubinato, amasiato o más propiamente arrejuntados... hasta que llegó S. Pedro con las Rebajas inventando feas palabrotas como esas para avergonzar a las parejas pecadoras. Como no consiguieron su objetivo, los condenaron: pecado mortal y punto, sin bula salvadora. Tampoco lo lograron, hasta que Hacienda y la Seguridad Social apuntaron con el dedo a las parejas pecadoras y ¡Zas! Se hizo el milagro: Pensión de viudedad garatizada y desgravaciones por unidad familiar. Amasiato = concubinato en Perú y Mexico dice la RAE.