José Carlos cuenta una historia casi surrealista. Se separó de su mujer en 1998, pero ella pidió la nulidad matrimonial a la semana. Él sospechaba que ella mantenía un romance con el cura del lugar, Victorino Pérez, aunque ellos lo negaron y la autoridad eclesial le declaró «desequilibrado psíquico», por lo que la nulidad salió adelante.