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En cataluña soy listo

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En cataluña soy listo
20/02/2012 10:48
Buenos días.

Mi interés, al incluir este artículo, esta bastante alejado de cuestiones lingüísticas que, al margen del posible drama que afecta al menor, es lo que parece pretende poner en evidencia el mismo.

En cualquier caso me gustaría manifestar que las consecuencias de los traslados en los menores escolarizados, en ese sentido, se dan, lógicamente, tanto si vienen de Cataluña, como si van allí.

Lo que si me gustaría destacar el drama del traslado de una madre divorciada, que se tiene que buscar la vida en otra localidad, con su hijo menor.

Y el comentario realizado por el periodista de que toda madre desea lo mejor para su hijo, algo que no se discute, pero al que yo añadiría que todo padre también lo sabe, para ser, entre otras cosas, más justos.

Por cierto al padre ni se le menciona en el artículo, lo que parece lógico dado el interés u objetivo del mismo.

Un saludo.

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«EN CATALUÑA SOY LISTO» por César Vidal

8 Febrero 12 - - César VIDAL
La historia que voy a relatar hoy es rigurosamente cierta.

Hace poco más de medio año, llegó a Madrid una mujer divorciada con la intención de ganarse la vida. Procedía de Cataluña y deseaba, como cualquier madre, lo mejor para su hijo, una criatura de ocho años.

Buscó domicilio, se adaptó lo mejor que pudo al nuevo trabajo y, por encima de todo, se esforzó por encontrar el mejor centro educativo. Dio con él, pero, como decía el camarada Lenin, «los hechos son testarudos» y el niño sólo había estudiado en catalán a lo largo de su corta vida. Con tan sólo dos horas de español a la semana y una profesora que, al despedirlo de clase, le dijo con lágrimas en los ojos que, por encima de todo, no olvidara el catalán, aquella criatura descubrió asustado que chocaba con insalvables dificultades para comprender lo que le decían en clase.

No se trataba sólo de que su ortografía resultara un verdadero desastre – ya se sabe que las bes y las uves no coinciden precisamente en catalán y en español–, sino de que padecía serias dificultades para entender las explicaciones en matemáticas o en cualquier otra materia. Cuando todavía vivía en Cataluña, un día preguntó a su madre si los muros de Montjuic se habían levantado para proteger Cataluña de las invasiones españolas; ahora comprobaba que aquellos supuestos agresores hablaban una lengua que le resultaba inextricable.

Hace apenas unas horas, el niño entregó a su madre unas notas que incluían un dos en matemáticas. Las había ocultado durante unos días temeroso de que su madre lo castigara. Abrumado por aquella suma de sinsabores, acabó preguntando:

«Mamá, ¿por qué no nos volvemos a Cataluña? Allí, era listo».

Estoy convencido de que la madre tuvo que realizar un esfuerzo casi sobrehumano para no romper a llorar al escuchar aquellas palabras. Su hijo es, a fin de cuentas, una víctima más de la sectaria e inhumana política adoctrinadora –que no educativa– del nacionalismo catalán. Esa política condena a los niños castellano-parlantes a convertirse en criaturas que sufren en Cataluña el mismo drama que este niño catalán y a niños catalanes, como el de esta historia totalmente verídica, a no abandonar jamás su terruño si es que desean entender algo y que los entiendan.

¡Maravilloso futuro el de no poder salir de tu tierra y verte obligado a convertirte en siervo de la gleba de los nacionalistas que la controlan! Artur Mas ha definido recientemente la «inmersión lingüística» como algo marcado con líneas rojas. El color debe proceder de las lágrimas de sangre derramadas por los padres decentes que contemplan cómo sus hijos son las víctimas inocentes de una política educativa criminal.

http://www.larazon.es/noticia/2842-en-cataluna-soy-listo-por-cesar-vidal