Para mí lo más duro es que, cuando un progenitor (o ambos) no velan por los intereses de sus hijos, o los instrumentalizan contra el otro, no exista un sistema legal-judicial capaz de impedirlo o dispuesto a impedirlo. Ya es triste (pero inevitable) que existan tales progenitores. Pero mucho más triste es que existan sistemas legales-judiciales como el que padecemos en este país (esto sí es evitable).